sábado, 31 de mayo de 2008

"El vivo retrato", de Mario Menéndez


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "El vivo retrato"/ Dirección: Mario Menéndez/ Guión: Fran Vaquero, Francisco G. Orejas y M. Menéndez/ Producción: Fran Vaquero, Soledad Polo y M. Menéndez/ Fotografía: Javier Salmones/ Música: Pablo Miyar/ Montaje: David Raposo/ Efectos especiales: Jesús Peña/ Reparto: Victoria Vera, Javier Loyola, Andreas Pittwitz, César Sánchez, Jack Taylor, Paco Hernández, María Elena Flores, Luis Eduardo Aute, Ceferino Cancio, José Antonio Lobato. España. 1986. COLOR, 97'

También es casualidad que a continuación de una maravilla como la que ocupaba la reseña anterior, ahora le toque el turno a esto, que no deja de ser (en cierto modo) otro filme de ciencia ficción que también se ocupa (en cierto modo) de los rasgos físicos como elemento narrativo. En cualquier caso, ahí se termina toda similitud con la joya de Teshigahara. Que nadie se lleve a engaño.

La película de Menéndez hay que verla con el mismo desparpajo y falta de exigencias con que se observan las simples curiosidades. Porque ése es el principal valor destacable que cabe otorgarle: el de una rara avis en el contexto de una cinematografía como es la española y de una época como la segunda mitad de los ochenta, en que nuestro cine había dejado muy atrás tanto el fantaterror setentero, como las propuestas más arriesgadas y a contracorriente que tuviesen lugar años atrás.

En realidad, en "El vivo retrato" hay más aspectos de comedia que otra cosa. Pero no deja de resultar llamativo ver ese tono ligero asociado a cuestiones indudablemente serias, como son la ingeniería genética, la pervivencia del pensamiento nazi a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, o el tráfico de bebés. Todo ello para narrarnos la fábula de un científico alemán que va a parar a la costa española y a partir de su relación con una prostituta, establece un lucrativo negocio de fabricación y venta de niños, llamado "La cigüeña bondadosa" (denominación, por cierto, que procede del título de un corto anterior del director), cuya trayectoria se extenderá a lo largo de los años.


Si a esa ingular premisa argumental añadimos un reparto cuanto menos peculiar, con figuras como las de Victoria Vera, Luis Eduardo Aute (que narra la historia a través de un largo flashback) o el saxofonista Andreas Pittwitz (y su aire a lo Stellan Skarsgârd) o el propio Jack Taylor (siempre asociado al fantástico hispano), se puede entender que el calificativo que más y mejor le cuadre al filme sea el de "curioso".

Ignoro cómo habría resultado esta obra si Menéndez se hubiese decantado por adoptar un tono más siniestro y serio. Con toda seguridad, se trataría de algo radicalmente distinto, puesto que, como ha quedado dicho, si algo predomina aquí es la ligereza de un humor que en algunos momentos llega a ser casi surrealista, acercándose al de obras como "Amanece que no es poco", por aquello de introducirse de lleno en una determinada sociología como es la que presentan las pequeñas comunidades. Pero, al igual que en la peli de Cuerda, en lugar de describirla al modo naturalista y costumbrista habitual, se hace con una predominancia de lo absurdo, acentuando los aspectos más estrambóticos de los habitantes.

Formalmente, es un filme discreto. Sin alarde visual alguno y con todo el interés puesto en el desarrollo argumental y de los personajes, de manera que la dirección es tan plana como funcional. Uno de los aspectos más notorios es el de la banda sonora, no especialmente brillante, pero sí agradable de escuchar, por aquello de apartarse de los motivos musicales más tópicos y acercarse a los esquemas del pop del momento (recordemos que nos hallamos en la post-Movida).

Por lo demás, se trata de una película tan olvidable e inofensiva como entretenida para pasar un rato viendo algo que se aparta considerablemente de las formas y sobretodo de los contenidos habituales de nuestro cine. Un plato que puede ser del gusto de todo aquel buscador y estudioso de nuestras rarezas cinematográficas. Que nadie espere aquí cine fantástico serio ni al uso, porque se llevará un chasco.

viernes, 30 de mayo de 2008

"The Face of Another", de Hiroshi Teshigahara


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Tanin No Kao"/ Dirección: Hiroshi Teshigahara/ Guión: Kobo Abe, basado en su propia novela/ Producción: Hiroshi Teshigahara/ Fotografía: Hiroshi Segawa/ Música: Toru Takemitsu/ Montaje: Fusako Shuzui/ Dirección Artística: Arata Isozaki y Masao Yamazaki/ Reparto: Tatsuya Nakadai, Machiko Kyo, Mikijiro Hira, Kyoko Kishida, Eiji Okada, Miki Irie, Kobo Abe, Yuriko Abe, Minoru Chiaki, Robert Dunham. Japón. 1966. B/N, 121'

Cuando echamos un vistazo a nuestro particular bagaje de cine disfrutado, quien más quien menos posee un determinado aprecio hacia las cinematografías orientales. En ese sentido, ¿quién no se ha emocionado con Kurosawa, Ozu o Mizoguchi? De la misma manera, si nos vamos al cine contemporáneo, tenemos por un lado el boom del fantástico, amén de los grandes autores respetados por doquier: Kitano, Kar Wai, Kim Ki-duk, etc.

Lo que ocurre es que resulta un signo de cierta ingenuidad pretender que con esas referencias y tal vez alguna más, se tenga un panorama global de todo lo que significa (y ha significado) el cine oriental, a lo largo de la historia del séptimo arte. Y hete aquí que de tanto en tanto uno "descubre" un nombre del que jamás había oído hablar. Bien por lecturas especializadas, por recomendaciones puntuales... la forma tanto da.

Y eso es, ni más ni menos, lo que puede sucederle a cualquiera que se tope con esta película. En principio, el nombre de Hiroshi Teshigahara, no dice gran cosa. Se trata de un cineasta que a lo largo de cuarenta años tan sólo ha dirigido una quincena escasa de filmes. Entre ellos, esta "The Face of Another", que una vez vista le deja a uno un gran sabor de boca. No sólo por lo exquisito del plato degustado, sino por la certeza de que todavía hay muchos universos ahí afuera, prestos a ser descubiertos. Universos creativos, se entiende.


A partir de una premisa de ciencia ficción, como es la posibilidad de que a alguien se le pueda trasplantar un rostro ajeno, Teshigahara se sirve de un guión del escritor Kobo Abe ("La mujer de la arena") para pergeñar una epatante fábula, de las que te mantiene clavado al asiento.

Con un tono en cierto modo emparentado con el Bergman más accesible, este retrato (valga la expresión) de lo que es o deja de ser la propia identidad del ser humano, abre todos los interrogantes que se le puedan ocurrir a uno al respecto. Y como casi toda obra en verdad honesta, deja las respuestas en el aire, para que sea el espectador quien las busque.

¿Dónde reside tal identidad?, ¿en una cara?, ¿en una voz?, ¿en un nombre?, ¿en un cuerpo?... ¿Cómo se construye la imagen que tenemos de los demás?, ¿hasta qué punto nos viene dada, o bien la elaboramos nostros mismos, a partir de nuestra particular percepción? Por otro lado, ¿cómo somos realmente?, ¿somos lo que parecemos?, ¿lo que los demás ven en nosotros?, ¿cómo cambia eso, al mudar nuestra apariencia exterior?

Son cuestiones que a cualquier mente inquieta se le han presentado alguna vez. Y en "The Face of Another" quedan planteadas a partir de una trama aparentemente minimalista, pero que no necesita de adornos, puesto que se basta y se sobra con la elegancia de su puesta en escena.

Una primera mitad (casi exacta) en la que el protagonista se debate entre la posibilidad de quedarse con un rostro desfigurado y para siempre cubierto de vendas, o bien arriesgarse a tomar para sí una cara ajena y ver qué pasa con su vida a partir de ese momento. Será esto lo que dará cuerpo y entidad a la segunda mitad del filme. Y al final, dos horas de deslumbrante narración, donde los momentos más sencillos se contemplan con un interés inusitado. ¿Cómo no hacerlo cuando nos están hablando de la naturaleza del "ser" en su más honda y limpia expresión?


"The Face of Another" demuestra por un lado que no hace falta ser críptico o aburrido para abordar cuestiones duras y profundas. Y por otra parte, ilustra a la perfección todo lo bueno y distinto que tiene el cine oriental (japonés, en este caso) para llenar el espacio y el tiempo cinematográficos de la sencillez más despojada de artificios innecesarios. La sencillez que va directamente a la esencia de las cosas.

jueves, 29 de mayo de 2008

"Diary of the Dead", de George A. Romero


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Diary of the Dead"/ Dirección y guión: George A. Romero/ Producción: Sam Englebardt, Peter Grunwald, Ara Katz y Art Spigel/ Fotografía: Adam Swica/ Música: Norman Orenstein/ Montaje: Michael Doherty/ Efectos Especiales: Mark Ahee y Gregory Nicotero/ Maquillaje: Andy Schoneberg/ Reparto: Joshya Close, Scott Wentworth, Michelle Morgan, Joe Dinicol, Shawn Roberts, Amy Ciupak Lalonde, Philip Riccio, Megan Park, Chris Violette, Tatiana Maslany, Martin Roach, Boyd Banks, George Buza, Janet Lo. USA. 2007. COLOR, 91'

La ¿última? entrega del padrino de los zombies constituye una mejora con respecto a la anterior, la cochambrosa "La Tierra de los muertos vivientes". Lo cual tampoco es decir mucho, si tenemos en cuenta el ínfimo nivel de aquélla. Pero sí es indudable una recuperación en cuanto al tono narrativo, a pesar de lo anecdótico de la trama que Romero nos presenta esta vez: una serie de personajes que huyen de la recién declarada amenaza en forma de cadáveres ambulantes. Y ahí termina todo argumento, que no busca (ni necesita) establecer relaciones con las anteriores películas.

Como novedad principal, el cineasta neoyorquino se suma a la actual moda de contar las historias cámara en mano, al modo amateur, encargando así el punto de vista de la misma a los propios personajes. No deja de ser curioso y por qué no decirlo, un poco triste, que alguien que una vez fue precursor dentro del género, se vea ahora arrastrado por las corrientes imperantes.

De todas formas, en descargo de Romero, hay que decir que ha sabido crearse un buen subterfugio a la hora de justificar su elección. Todo ese hipotético mensaje de desesperanza y pesimismo que transmite el filme, es la disculpa ideal para otorgar a los personajes la responsabilidad de ser ellos mismos quienes quieran ver las cosas a través de su propia mirada, no a través de las miradas ajenas (de medios de comunicación, autoridades, etc.) que pretenden imponer su interesada perspectiva sobre las cosas. Y así, del mismo modo que se justifica el modo de narrar, deja patente la idea que sostiene la película.


Todo lo cual, no nos engañemos, no es más que un escenario. Un telón de fondo. Porque lo que de verdad interesa, tanto al propio Romero, como a los espectadores, es ver a los zombies haciendo de las suyas y a los protagonistas pasarlas canutas. Esto no es terror "con mensaje". Ni quiere serlo en ningún momento, en realidad. En ese sentido, difícilmente defraudará la cantidad y calidad de sustos, secuencias sangrientas, momentos impactantes y angustiosos, etc.

A pesar de ello, como se ha dicho, se echa en falta una mayor consistencia en el guión. Y es que prácticamente todo es una carrera continua, sin desarrollo de personajes que nos permitan identificarnos con ellos mínimamente.

Eso sí, hay espacio para alguna que otra coña marinera, como una secuencia con un "amish", que constituye un gag humorístico en toda regla. O la sarcástica alusión (indirecta) a las actuales tendencias del género que otorgan a los zombies o infectados una velocidad endiablada, a diferencia de las clásicas formas instauradas por el propio Romero.

A destacar también el ritmo, adecuadamente vivo, haciendo que el filme transcurra ligero y muy entretenido.

Otro capítulo siempre importante, como es el de los efectos especiales y de maquillaje, se resuelve asimismo con buena nota. No hay abuso de "lo digital" ni planos deliberadamente obtusos que impidan observar la verdadera calidad de esa parte del trabajo creativo. Seguramente es de los pocos rasgos que todavía son seña de distinción de cineastas como Romero, que permiten situarle a él y a sus productos por encima de la media (sobretodo si tenemos en cuenta el nivel de la media, claro). En ese sentido, los zombies "romerianos" han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, con un aspecto actual, pero sin perder su capacidad de suscitar mal rollo.


Así pues, filme que es aconsejable observar con las menores referencias al pasado posibles (toda comparación con la trilogía primigenia resulta absurda) pero que al menos consigue borrar en parte el mal sabor de boca que nos dejó "La Tierra de los muertos vivientes" y, en general, las últimas obras del que, al fin y al cabo, quedará para la historia como el impulsor y máximo exponente del cine de terror en su variante muertos vivientes.

miércoles, 28 de mayo de 2008

"Deranged", de Jeff Gillen y Alan Ormsby


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Deranged"/ Dirección: Jeff Gillen y Alan Ormsby/ Guión: Alan Ormsby/ Producción: Peter James, Tom Karr y Bob Clark/ Fotografía: Jack McGowan/ Música: Carl Zittrer/ Maquillaje: Jerome Bergson, Alan Ormsby y Tom Savini/ Reparto: Roberts Blossom, Cosette Lee, Leslie Carlson, Robert Warner, Marcia Diamond, Brian Smeagle, Arlene Gillen, Robert McHeady, Marian Waldman, Jack Mather, Micki Moore y Pat Orr. USA-Canadá. 1974. COLOR, 81'

Otra de esas películas "pequeñas", pero que, como suele ocurrir en muchas ocasiones, hace de su modestia, la mejor de las virtudes. Y no será porque el tema que trata resulte original o novedoso, ni se hayan hecho otras aproximaciones al asunto. Se trata de los avatares del célebre asesino, taxidermista, caníbal y necrófilo Ed Gein.

La historia de Gein se ha contado de muy diversas formas. Tanto a partir de tratamientos fieles a la realidad de lo que fue su espantosa vida, como con acercamientos tangenciales a su figura. Podríamos citar como las tres más célebres: "Psicosis", "La matanza de Texas" y "El silencio de los corderos". Curiosamente, se trata de tres películas que no se caracterizan por una gran fidelidad, sino que más bien, como comentaba, constituyen variaciones sobre alguno de los aspectos del personaje, versátil (en el peor de los sentidos) donde los haya y que, por tanto, permite múltiples variantes.


Sin embargo, "Deranged" sí es un retrato bastante más aproximado a lo que fue la figura real del paleto asesino, aunque se le cambie su verdadero nombre por el de un inexistente Ezra Cobb. Esa aproximación se ve reforzada por el modo en que los dos cineastas Gillen y Ornsby (en éste su primer y único filme juntos) nos cuentan la historia. Con la presencia de un pretendido periodista que no sólo es testigo directo de lo que ocurre, sino que en algunos momentos se introduce de lleno en la acción. A título personal, no es una opción narrativa que me parezca del todo acertada, por cuanto lejos de otorgar verosimilitud, más bien produce un efecto distanciador, al romper la continuidad. En ese sentido, pienso que resta más de lo que suma.

En todo caso, tanto la caracterización de Gein, como la forma en que se desenvuelve y se relaciona con los otros personajes, son puntos fuertes de la peli. Lo mismo que una ambientación y un tono no exageradamente sórdidos (más bien coloristas), pero sí lo suficientemente incómodos. Con secuencias largas y contenidas, extensos silencios llenos de inquietud, etc. Sin olvidar una referencia a las buenas labores de maquillaje, que por añadidura supusieron el debut del gran Tom Savini.

Llama la atención un cierto toque humorístico, que sin embargo le va muy bien tanto a la peli en sí, como al propio personaje principal. No hay que olvidar que su aspecto externo es necesariamente el de un cateto de la América Profunda. Y eso por fuerza resulta hilarante. Siempre desde el punto de vista del humor negro, claro. En cambio, lo que no me parece del todo conseguido es la forma en que se nos presenta a la madre. Posee un aspecto en exceso amigable y bondadoso. Cosa que, en el momento en que pasa a mejor vida, la convierte en un cadáver más simpático que aterrador. En ese punto, creo que a Gillen y Ormsby se les va un pelín la mano, con la jocosidad.

Por lo demás, tal vez se echa en falta una mayor extensión, puesto que el personaje da para muchísimo. De cualquier forma, casi siempre es mejor pecar por defecto que por exceso. Y en este caso, como ha quedado dicho, el retrato de Gein queda bien plasmado, que es lo importante.


En definitiva, una buena muestra de horror setentero, muy válida como aproximación al controvertido psychokiller, que no deja de ser uno de los máximos exponentes de la American Gothic. Aunque tal vez, aún a día de hoy, esté por hacer el "monumento cinematográfico" definitivo a su horripilante figura, puesto que el de Chuck Parello en el año 2000 tampoco acabó de ser todo lo lucido que cabía esperar.

martes, 27 de mayo de 2008

"Barba Azul", de Edgar G. Ulmer


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Bluebeard"/ Dirección: Edgar G. Ulmer/ Guión: Arnold Philips, Werner H. Furst y Pierre Gendron/ Producción: Leon Fromkees y Martin Mooney/ Fotografía: Jockey Arthur Feindel y Eugen Schüfftan/ Música: Leo Erdody/ Reparto: John Carradine, Jean Parker, Nils Asther, Ludwig Stössel, George Pembroke, Teala Loring, Sonia Sorel, Henry Kolker, Emmett Lynn, Iris Adrian, Patti McCarthy, Carrie Devan, Anne Sterling. USA. 1944. B/N, 72'

Son numerosas las aproximaciones y variaciones sobre el tema de Barba Azul, el asesino de mujeres. A partir del cuento de Perrault, que a su vez era una adaptación de un personaje (tristemente real) como Gilles de Rais, se han construido toda clase de historias.

Tramas de suspense como las de "Rebeca" de Hitchcock (a su vez basada en la novela de Daphne Du Maurier), "Secreto tras la puerta" de Fritz Lang o "Luz que agoniza" de George Cukor, e incluso aproximaciones cómicas, como la descacharrante "La octava mujer de Barbazul", de Lubitsch o la mucho más negra y por lo general infravalorada "Monsieur Verdoux" de Chaplin. Todas ellas tienen en común el acercamiento, con mayor o menor fidelidad, al mito.

En el caso de Ulmer, su "Barba Azul" presenta un tratamiento profundamente romántico y cinematográficamente satisfactorio. Con toda seguridad, a ese carácter contribuye el hecho de situar la trama en el París del siglo XIX. Y la elección de un actor como John Carradine, intérprete de extensísima trayectoria, estrechamente ligada al género fantástico.


Carradine posee unos rasgos que le hacen perfecto para el personaje. Unos rasgos equívocos que para nada son los del típico galán conquistador, sino que más bien están dotados de un indudable tono turbio. Pero al mismo tiempo también presentan una apariencia de cierta vulnerabilidad, al modo del clásico antihéroe fatalista romántico. Y en eso consiste su personaje, ni más ni menos. Un asesino, pero también un artista. Que pinta cuadros, diseña y dirige espectáculos de marionetas... y estrangula mujeres.

La película tiene la suave consistencia del cine más clásico y artesanal, con una fabulosa fotografía y un tono visual que por momentos la emparenta a las formas del cine mudo (no en vano uno de los directores de fotografía proviene del expresionismo alemán), pese a tratarse de una producción de mediados de los cuarenta.

Y a pesar de contar con una trama similar a la de otras clásicas historias de asesinos en serie, como las que se hicieran sobre la figura de Jack el Destripador y otros muchos personajes de similar índole, también frecuentes en la época, Ulmer imprime a ésta una entidad propia y reconocible.

Puede decirse que con este filme, el cineasta checo afincado desde muy joven en los USA, consigue de nuevo una de sus pequeñas joyas cinematográficas, al igual que hiciera con maravillas del calibre de "Satanás" o "Detour". Películas caracterizadas por una hipnótica fuerza narrativa y unas atmósferas sombrías e inolvidables. Obras que no suelen aparecer casi nunca en las listas de mejores de la historia, pero que resulta imposible no adorar.

lunes, 26 de mayo de 2008

"Morirás a medianoche", de Lamberto Bava


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Morirai a Mezzanotte"/ Dirección: Lamberto Bava/ Guión: Dardano Sachetti y L. Bava/ Producción: Massimo Manasse, Marco G. Spina y L.Bava/ Fotografía: Gianlorenzo Bataglia/ Montaje: Lamberto Bava/ Música: Claudio Simonetti/ Efectos de Maquillaje: Amedeo Alessi/ Reparto: Valeria D'Obici, Leonardo Treviglio, Paolo Malco, Lara Wendel, Lea Martino, Eliana Miglio, Barbara Scoppa, Massimiliano Baratta, Loredana Ramito. Italia. 1986. COLOR, 84'

Lo bueno de que te guste el cine de este hombre es que sus películas casi siempre tienen un acabado muy similar, fluctuando entre lo correctillo y lo mediocre, con algún hallazgo puntual. Con ello, se produce una doble consecuencia: si te gusta una, te gustan casi todas. Y por el lado negativo, cuando llevas vistas unas cuantas, llegas a la conclusión de que jamás será capaz de ofrecer nada realmente bueno. Pero bueno, para eso está la obra de su progenitor.

En el caso de la película que nos ocupa, podríamos situarla en el casillero de las correctas. Se trata de un híbrido entre giallo y slasher, seguramente con más vocación de lo primero, pero mayoritariamente con regusto final de lo segundo.
En todo caso, "Morirás a medianoche" es un "lamberto" puro. Con toda la serie de incongruencias típicas de sus guiones (el inefable Dardano Sachetti está detrás del mismo), con abundancia de diálogos tontorrones y con un elenco de actores que van de lo justito a lo lamentable.

En cuanto al argumento, poco de original encontramos. Una serie de asesinatos cometidos por un psicópata que (teóricamente) murió hace años, pero que parece haber vuelto de la tumba para seguir su trayectoria criminal. A partir de ahí, el clásico policía guapetón y durillo, en este caso con su hija como víctima potencial y la ayuda de una criminóloga, intentarán capturar al asesino. Mientras tanto, toda clase de asesinatos con más o menos estilo y la duda de si se trata realmente del "muerto" que ha vuelto, o de alguien que ha asumido su personalidad.


A pesar de no tratarse de una película con nada especialmente destacable, sí merece la pena resaltar el buen ritmo que posee, haciendo que la narración discurra sin baches ni tiempos muertos. Por ahí, nada que reprochar.

Por otro lado, Bava Jr. parece empeñado de manera especial en homenajear a los giallos clásicos de su padre, situando los asesinatos en lugares llamativamente significativos: teatros, tiendas con maniquíes, hoteles desiertos, casas caprichosamente diseñadas, etc. En algunos casos, dichas opciones están metidísimas con calzador, pero si no somos muy exigentes, hasta podemos llegar a contemplarlas como guiños simpáticos. Es en aspectos como ése donde se advierte la mencionada vocación de giallo del filme. En todo caso, no nos engañemos, los genes del esteticismo visual, se perdieron por el camino.

Asimismo, se echa de menos algo más de sanguinolencia, puesto que sabido es que don Lamberto suele ser bastante generoso en ese capítulo, a falta de otras capacidades. En cambio aquí, se decanta por ser más contenido, en dicho aspecto. Mala suerte.

Así pues, como valoración general, un aprobado para la película. Inclusive con algún que otro plano sorprendentemente conseguido y que posee la virtud de darte exactamente lo que esperas de ella, cuando te sientas a verla. No tiene el carisma ni el buen tono de "Demons" o "Macabro", pero tampoco alcanza el ínfimo nivel de "Efectos sobrenaturales" o "La cena con el vampiro".

domingo, 25 de mayo de 2008

"Cumpleaños mortal", de J. Lee Thompson


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Happy Birthday to Me"/ Dirección: J. Lee Thompson/ Guión: John C.W. Saxton, Peter Jobin y Timothy Bond/ Producción: John Dunning y André Link/ Fotografía: Michael A. Jones y Miklós Lente/ Montaje: Debra Karen/ Música: Bo Harwood y Lance Rubin/ Efectos Especiales: Gilles Aird/ Reparto: Melissa Sue Anderson, Lawrence Dane, Glenn Ford, Sharon Acker, Frances Hyland, Tracey E. Bregman, Jack Blum, Matt Craven, Leonore Zann, David Eisner, Lisa Langlois, Michel-René Labelle, Richard Lebiere, Lesleh Donaldson, Earl Pennington. Canadá. 1981. COLOR, 103'

Y como para desmentir el último comentario de la anterior reseña, he aquí un slasher no sólo muy digno, sino que posee la suficiente cantidad de elementos diferenciadores como para hacer de él una obra con entidad propia, permitiendo que su recuerdo no se pierda en el magma nebuloso de la ingente cantidad de slashers ochenteros.

De hecho, esta producción canadiense con un título original bastante más acertado y original (valga la redundancia) que su traducción al español, se trata de una obra bastante primeriza, en cuanto al capítulo de slashers, dirigida en 1981 por el siempre eficaz y en ocasiones brillante J. Lee Thompson, algo antes de dedicar casi por completo su última etapa como director a la figura de Charles Bronson y sus célebres filmes del justiciero urbano Paul Kersey.

A pesar de que el cuerpo argumental entra de lleno en los esquemas tradicionales de este tipo de filmes, se pueden encontrar, como decía, diferencias con respecto a otros. Sobretodo en cuanto a la estructura narrativa, que va fluctuando entre presente y pasado, lo cual constituye una inteligente y audaz manera de esquivar la rutina en la que suelen incurrir los slashers más torpes. De esta forma asistimos a los acontecimientos que rodean la vida de una joven a raíz de un accidente producido en turbias circunstancias que le ha dejado secuelas mentales importantes, que se manifestarán al mismo tiempo que se van produciendo a su alrededor muertes, al parecer relacionadas con los sucesos que dieron origen a dicho accidente.


De la misma manera, una puesta en escena bastante elegante y bien planificada, con una fotografía en gélidos y nocturnos tonos azulados también merece destacarse como un punto a favor. O la elección de Melissa Sue Anderson como protagonista. Una actriz no especialmente buena, pero cuya presencia muestra un adecuado equilibrio entre belleza, frialdad y la apariencia de verosimilitud en cuanto a ser una chica "normal y corriente" que requiere su personaje.

Otro atractivo evidente: Glenn Ford, claro. Es lo primero que llama la atención del reparto. Y si bien su personaje no ostenta un carácter protagónico, sí entra en acción en el momento adecuado, a pesar de que es patente tanto su deterioro físico y artístico como su condición de reclamo para el espectador. Afortunadamente, como ha quedado dicho, hay otras virtudes que le dan al filme la suficiente entidad, sin tener que recurrir en exclusiva a esa presencia del legendario actor.

En ese sentido, el potente final de la película merece una mención expresa. Es obvio que todo slasher que se precie debe tener un final impactante y (si puede ser) inesperado. Cosa, tanto la una como la otra, que no siempre se consigue. Pero en este caso, el guión de John C. W. Saxton ("Curso del 84") contiene ambas propiedades.

Con todo, el regusto final no acaba de ser tan notable como cabría esperar, a tenor de lo dicho. A título personal, encuentro que un capítulo tan fundamental en esta clase de películas como es la forma de resolver las muertes de los personajes, no acaba de ser del todo lucida, existiendo un desequilibrio, por cuanto algunas sí son brillantes, pero otras no tanto. Igualmente, la duración de la peli se me antoja algo excesiva, posiblemente a causa de algún punto muerto en el ritmo narrativo provocado por la mencionada estructura.


Pero como decía al principio, éste es uno de esos slashers que merece la consideración de correcto y digno. Con sus virtudes y defectos, pero que entra de lleno en el cuerpo de los que, sin presentar la factura de los clásicos del estilo, consigue evadir la mediocridad en la que cayeron muchos otros. Una vez más, la muestra de que cuando tras la cámara se encuentra un cineasta mínimamente talentoso, no queda sitio para la vulgaridad, por muy manida que parezca la propuesta.

sábado, 24 de mayo de 2008

"Ruby", de Curtis Harrington


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Ruby"/ Dirección: Curtis Harrington/ Guión: George Edwards, Steve Krantz, Barry Schneider/ Producción: George Edwards y Steve Krantz/ Fotografía: William Mendenhall/ Montaje: Bill Magee/ Música: Don Ellis/ Efectos Especiales: Al Shelly/ Reparto: Piper Laurie, Stuart Whitman, Roger Davis, Janit Baldwin, Sal Vecchio, Paul Kent, Len Lesser, Crystin Sinclaire, Jack Perkins, Eddy Donno, Fred Kohler, Jr. USA. 1977. COLOR, 86'

Antes de que, en la década de los ochenta, Curtis Harrington se convirtiese en un triste director de episodios para culebrones como "Dinastía", "Hotel" o "Los Colby", nos regaló un buen puñado de obras más que interesantes dentro del género de terror, todas ellas adscritas a la Serie B. Entre las más destacadas podríamos citar "¿Qué le pasa a Helen?", "¿Quién mató a Tía Roo?" y, por supuesto, la que nos ocupa.

Del mismo modo que en las mencionadas cintas, había un clarísimo componente de grand guignol al más puro estilo Robert Aldrich en obras como "¿Qué fue de Baby Jane?" o "Canción de cuna para un cadáver", aunque naturalmente, sin llegar a esos niveles de grandeza, aquí también Harrington acude a ese tipo de esquemas. Para la ocasión, contó con una excelente Piper Laurie, justo después de ponerse en la piel de la inolvidable y terrible mamá de Carrie y así de algún modo emular las rotundas presencias de Bette Davis o Joan Crawford. O sin salirse de su propia filmografía, la de la asimismo grandiosa Shelley Winters.

Ruby, ex-artista madura que regenta un autocine, es la madre de una adolescente que ha crecido traumatizada por la ausencia de su padre, hasta el punto de ser muda desde su mismo alumbramiento. Un padre que fue asesinado precisamente la noche del nacimiento de la niña, a manos de unos gangsters de los cuales, y sirviéndose del cuerpo de su propia hija, el muerto se vengará años después. Todo ello, ante los ojos de la desequilibrada Ruby, que a su vez también se siente atemorizada por esa presencia de ultratumba del "difunto" marido.


A pesar de que ser el centro de la función le corresponde a Piper Laurie y su personaje, con abundancia de momentos para su particular lucimiento, encontramos una atractiva trama sobrenatural. No del todo original, pero cuyo mayor interés radica precisamente en la cantidad de distintos elementos que posee. Y es que, integrados de un modo u otro en el argumento, hay pequeños homenajes y alusiones constantes al cine clásico, a la ciencia ficción de serie B, etc. Sin olvidar referencias mucho más recientes en el tiempo, como "El Exorcista".

Con todo ello, sin embargo Harrington se las ingenia para elaborar un pastiche con entidad propia, que se enmarca de lleno en el contexto de sus anteriores filmes de ese mismo estilo, mencionados al principio. También es destacable la afinada caracterización de cada personaje, haciendo que todos ellos tengan su papel muy bien definido. En ese sentido, además de Laurie, cabe destacar la acertada elección de la joven Janit Baldwin. Una actriz que no se ha prodigado en exceso, pero que aquí da perfectamente el tono requerido a su personaje.

El filme tiene sus defectos, es indudable. Sobretodo referidos a cuestiones de verosimilitud, ya que en algunas ocasiones Harrington prefiere el efectismo a la credibilidad (esto se ve de forma especial en los repentinos ataques diabólicos que sufre la niña). Pero por contra, es tan agradecido en su indisimulado aspecto de Serie b genuina y entrañable, así como entretenida la narración, que se le acaba perdonando casi todo. Sin ir más lejos, un plano final descacharrante, por su encantadora ingenuidad. Incluso son detalles que hacen que la película resulte más simpática, si cabe. Además hay muertes, sustos, pinceladas gore, unos efectos especiales bastante apañados... Es decir que vale muy mucho la pena darle una oportunidad.


Después de ver obras como ésta, una vez más queda la sensación de que, antes de que el cine de terror pareciese más preocupado, desde su misma concepción, por situarse en unos márgenes y en unas etiquetas concretos, de los cuales parecía "prohibido" salirse, los años setenta no en vano han quedado como una de las épocas más ricas y estimulantes para el género. Ello es así, puesto que por lo general, primaba mucho más la consistencia de la historia, que la necesidad de situarse en unos parámetros preestablecidos que al final lo único que provocan es previsibilidad y repetición (espero que los fanáticos de los slashers no se me enfaden por esto último).

viernes, 23 de mayo de 2008

"Escóndete y grita", de Skip Schoolnik


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Hide and Go Shriek"/ Dirección: Skip Schoolnik/ Guión: Michael Kelly/ Producción: Dimitri Villard/ Fotografía: Eugene D. Shlugeit/ Montaje: Mark S. Manos/ Música: John Ross/ Efectos Especiales: Screaming Mad George/ Reparto: Bunky Jones, Brittain Frye, Annette Sinclair, George Thomas, Donna Baltron, Scott Fults, Ria Pavia, Sean Kanan, Scott Rubay, Jeff Levine, Michael Kelly, Ron Colby, Donald Mark Spencer. USA. 1988. COLOR, 87'

Terrible y plomizo slasher es éste, dirigido en 1988 por Skip Schoolnik, cineasta efímero y tan carente de cosas que decir como su propia película da a entender. Grupo de adolescentes, fiesta de graduación, lugar misterioso y asesino acechando. ¿Nos suena? Claro que sí. Nos suena y en principio no tiene por qué sonarnos mal. Pero cuando toda esta serie de funcionales elementos caen en manos de alguien tan rematadamente torpe como este director, con nula capacidad narrativa, el resultado es el que es: uno de los slashers más aburridos y prescindibles que me he encontrado.

Y es que uno de los rasgos esenciales (casi) de esta clase de historias lo constituye el tiempo que el asesino tarda en entrar en acción (el prólogo no cuenta). Nadie dice que no haya que sentar las bases, presentar a los personajes e introducirles en situación. Pero es que el jodido Schoolnik se tira media película con dichos preliminares. Y claro, cuando empieza el "tomate", uno ya está agotado de esperar.


Para colmo, ni el asesino ni los personajes en sí tienen nada destacable. Son encantadoramente ingenuos, eso sí. Con las incipientes urgencias del sexo haciendo mella en todos ellos, como corresponde, pero como eso ya nos lo sabemos de memoria, ni siquiera sirve para entretenernos. Esto en cuanto a los segundos. Y sobre el asesino, pues ¡¡oh, sorpresa!! presenta rasgos de travestismo. Pues estupendo. Un asesino travestido, pero sin ningún carisma.

Escarbando entre todo el cúmulo de insustancia que presenta "Escóndete y grita", (por cierto, no conviene confundirla con "Escóndete y tiembla" de John Hough), tal vez podemos salvar alguna secuencia filmada en llamativos tonos rojizos, que otorgan una cierta prestancia visual. Del mismo modo, un par de muertes no están del todo mal planificadas. También decir que tras los efectos está el entrañable Screaming Mad George ("Re-Animator", "Depredador"...) Y hombre, algo se nota.

En todo caso, muy poco que ofrecer a cambio de hora y media de tedio constante. Para más inri, estamos hablando de un filme producido al borde de los años noventa, con lo que la galería de slashers ya era más que abundante. Lo suficiente como para ser capaz de desentrañar las claves que hacen que dicho subgénero funcione y cuáles conviene evitar.

Así pues: tan sólo recomendable para muy fanáticos que se lo traguen absolutamente todo en lo que a slashers se refiere. Para los que no, mejor cualquier capítulo de "Historias de la Cripta". Pero cualquiera, ¿eh?

jueves, 22 de mayo de 2008

"Sangre en la noche", de Jesús Franco


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Les Cauchemars Naissent La Nuit"/ Dirección: Jesús Franco/ Guión: Stephen G. Horatio y J. Franco/ Producción: Robert de Nesle y Karl Heinz Mannchen/ Fotografía: José Climent/ Música: Bruno Nicolai/ Reparto: Diana Lorys, Paul Muller, Jack Taylor, Colette Giacobine, Andrés Monales y Soledad Miranda. Bélgica-Lienchestein. 1970. COLOR, 81'

He aquí uno de los múltiples subproductos de Franco, elaborado en una época en que ya parecía haber abandonado definitivamente el buen tono de sus primeras películas, para centrarse casi exclusivamente en mostrar encantos femeninos, disfrazados tras (por lo general) risibles tramas de terror y/o suspense.

Aquí, una mujer (Diana Lorys) sufre tormentosas pesadillas, en las que aparecen misteriosos personajes, de las cuales despierta desorientada y presa del miedo. Dicha mujer convive con otra a la que ha conocido durante un espectáculo erótico y es asistida por un médico que en realidad está compinchado con la otra y cuyas intenciones no son precisamente "saludables".

En una primera lectura (de hecho, tampoco es que la cosa ésta admita muchas más) destaca la apariencia de fotonovela erótica que irradia el filme, de aquéllas que tan en boga estaban en los años setenta. Ello se advierte aquí tanto por el aspecto de la fotografía, como por la omnipresencia de la voz en off de la protagonista, ejerciendo de narradora. En ese sentido, casi diríase que las imágenes son un soporte secundario a dicha narración, cuando por lógica en cine debería ser al revés.


En todo caso, ello permite al director mostrar generosamente los hermosos cuerpos de las féminas intérpretes, en toda clase de situaciones y sin apenas continuidad dramática. La trama se presenta como una mera excusa, que acompañada de la patente falta de medios, proporciona la permanente sensación de estar ante una auténtica chorrada intrascendente. Sensación agravada por el repentino y cochambroso añadido de personajes que aparecen de repente en medio de la acción, sin venir a cuento de nada.

La resolución de la minúscula trama también posee el carácter apresurado y facilón que cabe esperar, atendiendo a elementos como la hipnosis (como factor explicativo resultón donde los haya) y un desenlace que parece llegar inopinadamente más por exigencias de presupuesto o por el hecho de haber cubierto la extensión mínima necesaria en cuanto a duración, que por las propias necesidades de la historia.

Como no todo tiene por qué ser negativo, resulta atractiva la utilización que hace Franco de la música de Bruno Nicolai como acompañamiento de algunas de las secuencias con ausencia de diálogos. Y por supuesto, la belleza de las actrices, que al menos alegran la vista.


De todas formas, si uno se quiere recrear pero al mismo tiempo exige un mínimo de intencionalidad narrativa, lo mejor que puede hacer es huir de obras como ésta y acudir a otras de rasgos similares, como "Las vampiras", que tampoco son nada del otro jueves, pero que al menos presentan un mínimo de apariencia cinematográfica y le hacen a uno sentirse espectador de cine más que ojeador de revistas subidas de tono.

miércoles, 21 de mayo de 2008

"El medallón ensangrentado", de Massimo Dallamano


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Il Medaglione Insanguinato"/ Dirección: Massimo Dallamano/ Guión: Franco Marotta, Laura Toscano y M. Dallamano/ Producción: Fulvio Lucisano y William Reich/ Fotografía: Franco Delli Colli/ Montaje: Antonio Siciliano/ Música: Stelvio Cipriani/ Reparto: Richard Johnson, Joanna Cassidy, Ida Galli, Nicoletta Elmi, Edmund Purdom, Riccardo Garrone, Dana Ghia, Eleonora Morana, Lila Kedrova. Italia-Reino Unido. 1975. COLOR, 87'

En la década de los setenta, es decir, en pleno auge del giallo, "El medallón ensangrentado" viene a ser, hasta cierto punto, una rara avis. Curiosamente tras ella se encuentra un director como Dallamano al cual se recuerda sobre todo por filmes como "¿Qué habéis hecho con Solange?" o "La polizia chiede aiutto", que de hecho, se adscribían a aquella corriente inaugurada por Mario Bava y potenciada por Argento, Martino y tantos otros.

Pero como digo, aquí Dallamano se sale de dicha tendencia y de alguna manera se introduce dentro de otras corrientes incluso más afines al género terrorífico, al modo en que lo afrontaron otros cineastas como Pupi Avati, Antonio Margheritti y más tarde Lamberto Bava, Soavi o Fulci. Historias terroríficas que no centraban sus miras en mostrar asesinatos más o menos "estilosos" con trasfondo policial, sino más bien en pergeñar tramas concebidas fundamentalmente para asustar y punto, con más o menos sanguinolencia, al gusto de cada cual. Del mismo modo, las temáticas satánicas también hacían furor en aquella época. Lo mismo que las presencias de "tiernos" infantes que a la postre no resultan ser tales. De todo ello bebe directamente este guión.

Una narración que se inicia con innegable fuerza. Y una atmósfera voluntariosamente inquietante, que no desaparecerá a lo largo de todo el filme, pero que a partir de un cierto momento empieza a perder fuerza, paralelamente al debilitamiento de la propia trama, compuesta por muy pocos elementos, que terminan por hacerse repetitivos e insuficientes. Ahí radica la mayor debilidad de la película. Especialmente vista a día de hoy, por aquello de que ya son muchas las historias con niños misteriosos y desequilibrados.


En todo caso, se trata de una obra aceptable, con momentos de tensión terrorífica bastante conseguidos. Momentos para los cuales, Dallamano no renuncia incluso a introducir descaradamente imágenes subliminales, al más puro estilo William Friedkin en "El Exorcista" (todos recordamos aquella fascinante y horrorosa cara, en mitad del sueño de Damien Karras). Pues aquí encontramos ese tipo de recursos de forma repetida, en este caso son brevísimos planos protagonizados por un cuadro sobre el que se cimenta parte de la narración, pintura de tétricos contenidos que fascina, asusta y atrae por igual a los personajes.

Tenemos pues a una niña aparentemente angelical (pero rarita), un padre viudo absorbido por su trabajo, una niñera que desde el primer instante se adivina como víctima propiciatoria, una aristócrata italiana con poderes de adivinación, el mencionado cuadro de índole diabólica... y con todo eso (y muy poco más) Dallamano construye ésta, una de sus últimas películas poco antes de fallecer, apenas un año más tarde. Sin la efectividad de otras veces (las dos mencionadas al principio son superiores), pero con indudable corrección.

Asimismo, la cuidada fotografía de Delli Colli y sobretodo la música del siempre interesante Stelvio Cipriani (que junto a Ortolani y Morricone conforma el trío de ases oficial en dichas labores) otorgan otros puntos de interés a esta coproducción con Gran Bretaña (por ahí anda Edmund Purdom, en un papel casi anecdótico).

Como curiosidad, para quien haya visto aquel espanto llamado "Manhattan Baby", que pasa por ser uno de los bodrios más grandes de Lucio Fulci, es posible que "El medallón ensangrentado" le recuerde a ella en algunos aspectos, especialmente en lo que atañe al argumento. En todo caso, la de Dallamano es mucho mejor. Por cierto, que la jovencísima actriz protagonista (Nicoletta Elmi) se convirtió en toda una "scream queen infantil", podría decirse, puesto que su trayectoria dentro del género es particularmente larga: "Bahía de sangre", "¿Quién la ha visto morir?", "El Barón Sangre", "Carne para Frankenstein", "Huellas de pisadas en la luna", "Rojo oscuro"... Ahí es nada, con apenas diez añitos.


¿Es recomendable entonces esta película? Por supuesto. Recomendable sobretodo para los amantes del cine de terror italiano de los setenta y los ochenta, puesto que posee todos los rasgos habituales en él, tanto en el buen como en el mal sentido. Ahora bien, es una obra más apetecible para completistas (en mi caso, me ha hecho pasar un rato muy distraído), que para quienes busquen algo realmente consistente. Para estos últimos, casi seguro que sabrá a poco.